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Cuando mi hermana se casó me pidio que le haga una pintura hecha por mí.
Compre el bastidor y sobre el mismo empece a dibujar a dos jóvenes mujeres que caminaban una a cada lado de los rieles de las vías de un tren que, traspasando un bosque, apuntarian hacia el infinito. Las mujeres hacían equilibro sosteniéndose agarradas de una mano, que de a ratos tb les haría caer.
Esa imágen describe aún hoy el cómo la vida nos permitió acompañarnos en vidas, que paralelas, y que no se encuentran en puntos fundamentales, aún se acompañan. Nos sostenemos de la mano por libre decisión, caminamos jugando. Inclusive nos hablamos mediante los silencios cuando no pudimos aprobarnos. Cuando algo me toca en lo profundo ella me piensa. Cuando la pienso sé que me necesita. Entonces nos llamamos.
Pero siempre le quise ser honest a mi hermana, y así lo hice, cuando terminé la pintura expresandole lo que de verdad sentía. Ella la r3cibió años más tarde, y al verla, me la agradeció sinceramente.
Un dolor nos hermana.
“Las personas unidas por una tragedia común sienten… con una especie de alivio cuando se juntan”. Antón Chéjov